El miedo es una reacción universal que se da en todas las especies y en todas las culturas, pero que a su vez tiene un valor adaptativo. La función del miedo es alertarnos de posibles peligros y poder así preservar nuestra integridad.
En el caso de los niños, los miedos infantiles son muy comunes y pueden variar según su edad (miedo a la oscuridad, a quedarse solos, a los ruidos fuertes…) La mayoría de ellos son evolutivos y pueden aparecer a lo largo del desarrollo del menor. Otros de esos miedos se irán disipando conforme el niño crezca.
Los miedos más comunes entre los niños según su edad son:
0 a 6 meses: Miedo a los ruidos fuertes e inesperados, es común en casi todos los bebes que se asusten cuando escuchan un ruido llamativo como petardos o el portazo de una puerta. Además es frecuente que se alerten antes la pérdida de soporte y apoyo por parte de un adulto o ante los movimientos repentinos.
7-12 meses: Presentan miedo a la separación de los padres, a los extraños y a las alturas. Es en esta etapa cuando empiezan a desarrollar el sentido de identidad como sí mismo, empieza a darse cuenta que los límites de su cuerpo y a ser consciente de que la madre y él son dos personas distintas. Es por ello, que acusan más la separación de su progenitor.
1-4 años: Miedo a la oscuridad, al abandono, a los animales. Comienzan los miedos a lo imaginario, como monstruos, los fantasmas o las brujas. Además es característico de esta etapa también el miedo a las personas disfrazadas, a los payasos o las máscaras.
4-8 años: Comienzan los miedos concretos (perros, insectos…), miedos a las guerras, al dolor, a las heridas. Algunos de estos miedos comienzan a desarrollarse en esta etapa y perduran hasta la edad adulta.
8-12 años: Esta etapa se caracteriza por los miedos relacionados con el ámbito escolar, miedo a los exámenes y al fracaso, así como al rechazo del grupo. Aunque también es común que continúen los miedos a la muerte, a las lesiones, las heridas, la oscuridad o las tormentas.
El problema radica cuando el miedo aparece de una forma desadaptativa, creando un gran malestar en el niño, llegando incluso a la evitación de actividades o situaciones. En este tipo de casos, el miedo no es proporcional al estímulo que lo está precipitando. Por ejemplo, en un niño con miedo a los perros, es esperable que si pasa cerca de un perro de gran tamaño o incluso le ladra, este tenga deseos de salir corriendo de esa situación. Sin embargo, si el perro se encuentra atado y a gran distancia del menor, y aun así éste sigue experimentando una gran angustia que solo cesa cuando el animal desaparece de su vista, estaríamos hablando de una fobia y no de un miedo. Pues en este último caso, el miedo aparece de manera excesiva e irracional, provocando una respuesta inmediata de ansiedad.
Si nos encontramos ante un miedo desadaptativo que está causando gran malestar en el menor y está condicionando incluso su comportamiento es cuando debemos buscar ayuda de un profesional de la psicología para que lo aborde. En nuestro centro podemos ayudarte a buscar una solución.
>>> Disfruta de nuestro artículo, si tienes más dudas llámanos al 678 37 39 12 y te ayudaremos<<<